martes, 28 de febrero de 2012

... el diálogo


"Si uno puede traer lo metafísico a través de lo ordinario, entonces está bien. Es la tarea del artista. Una simple manzana pintada por Cézanne es más que una simple manzana. O sólo una simple manzana" 
J.L Godard.


Según Wikipedia, el método socrático es un método de dialéctica para la indagación de nuevas ideas subyacentes en la información. Es una forma de búsqueda de la verdad. Por lo general, concierne a dos interlocutores en cada turno, uno lidera la discusión y el otro asiente o refuta ciertas conjeturas que se le muestran siendo el punto de partida poner en duda los supuestos establecidos. 

Sin embargo, a veces no hace falta una persona para llevarlo a cabo. Un ejemplo de ello podría ser el discurso de Heidegger en "El origen de la obra de arte", donde tiene a los zapatos de Van Gogh como replicante. La obra de Van Gogh, agradecida porque alguien se detenga a contemplarla, desvela poco a poco lo que contiene, la verdad.
Pero la pintura no es la única rama del arte capaz de operar este milagro, la literatura, según Virginia Woolf también tiene sobradas aptitudes para conseguirlo; "Una novela despierta en nosotros toda clase de emociones opuestas y antagónicas. La vida entra en conflicto con algo que no es vida. El milagro es que un libro compuesto así pueda mantenerse arriba uno o dos años o pueda significar lo mismo para el lector inglés que para el chino. Lo que lo mantiene es algo que se llama integridad. En el caso del novelista es la convicción que él nos da de que esa es la verdad" .

Sin embargo, quizás haya un lugar más cercano al sujeto del siglo XXI donde se puede llevar a cabo este diálogo. El cine. En una buena película confluye todo. Hay un diálogo entre la realidad y la irrealidad, entre el autor, la película y el espectador. Pero condición sine qua non es el autor. El autor debe creer en su historia y debe hacerme creer en ella. Talento y moral están unidos en el autor, tal como, ética y estética están unidos en la película. Únicamente así se obtiene la integridad del discurso.

"El placer reside en que se ofrece al mundo. Sólo hay que encontrar el sitio justo. Esta ventana que está delenate de nosotros, ya existe. Para filmarla, basta con saber dónde situarse. El placer reside en que, a condición de estar dotado de talento o de tener una cierta moral, se te ofrece la creación".
 J. L. Godard.

martes, 7 de febrero de 2012

la rebelión ...



Rousseau decía que si el hombre es desgraciado es por cuestiones políticas y sociales, en nada depende de la naturaleza de las cosas. 

Bien, pues no se me ocurre un momento más adecuado que el actual como ejemplo de la veracidad de dicha sentencia. Venimos arrastrando esta desgracia desde lejos, a veces, nos rebelamos, siempre individualmente, de manera fragmentaria y claro, unos lo consiguen y otros no.

Los 400 golpes (Truffaut, 1959) es un ejemplo de la rebelión, de la fuerza de la juventud, de la lucha contra todas las fuerzas exteriores que oprimen al individuo en su intento por integrarlo en el sistema, en un sistema aburrido, falso y decadente. Con instituciones que apestan a podrido (familia, educación, sociedad...) hasta la ciudad necesita ser redescubierta con los ojos de la infancia, las oportunidades que nos ofrece, el camino que se nos abre por delante. El grito de Antoine Doinell como individuo es el grito de Truffaut como cineasta del siglo XX. Algo va mal cuando el mundo va por un lado y las personas por otro. Godard se lo dijo al establishment (del cine),  "no sabéis hacer cine porque ignoráis lo que es el cine (...) Quince films nuevos, valientes, sinceros, lúcidos, hermosos, cerrarán el camino a las producciones convencionales. Porque si bien hemos ganado una batalla, la guerra no ha terminado aún". Este gesto de rebelión, como se ve, requiere un un cambio, sin embargo, no hay cambio sin compromiso. En Los 400 golpes, y en el cine francés de la Nouvelle Vague, parece que los protagonistas está dispuestos a asumirlo.


Ampliación del campo de batalla (Michel Houellebecq, 1994) es un producto de la misma realidad desgraciada y lamentable. La historia de un "Antoine Doinell" adulto y asqueado, demasiado cansado para luchar, demasiado deprimido para creer que la lucha sirve de algo, demasiado tarde para hacer nada. Hay una cita de Roland Barthes en la novela que resume perfectamente el sentimiento que envuelve al protagonista y en general a toda la historia, "de pronto, me fue indiferente no ser moderno". Nuestro protagonista se ha rendido, no ha visto el mar o aún habiéndolo visto, no ha sido suficiente, el sistema lo ha noqueado.

Y yo me pregunto, ¿Qué nos queda? Pues quizás volver la mirada a gente como Thoreau y asumir de una vez el deber de La desobedencia civil. 

"Youth grasps at happiness as an inalienable right"
H. D. Thoreau

miércoles, 1 de febrero de 2012

... el viaje


"...busco al buscador del mar sin sal/suerte dice la necesitarás..." Tulsa.

Cambiar y viajar no son sinónimos y sin embargo a veces pienso que deberían serlo. Frecuentemente, en novelas y películas se utiliza el viaje como metáfora del cambio personal. La mayoría de las veces el viaje se centra en la introspección. El personaje emprende un camino de búsqueda personal, se siente perdido o vacío y busca su yo más íntimo, una conexión, siendo capaz de renunciar a un mundo (aparentemente) lleno de oportunidades del que ninguna le satisface. Cree ciegamente que al final encontrará lo que busca. Es el caso de "Into the wild" (Sean Penn, 2007) o "My Blueberry Nights" (Wong Kar-Wai, 2007). 

En otras ocasiones, el personaje nos muestra que el viaje hacia la introspección, hacia el descubrimiento de uno mismo, no acaba nunca. Pues, puede que relativamente se conozca a sí mismo, que no esté perdido del todo, sin embargo, nunca cesará la búsqueda pues está incompleto, en ningún lugar se siente en "casa". Ese el caso de Holden Caulfield en "The Catcher in the Rye" (J.D Salinger, 1951) y también el de Holiday Golighty en "Breakfast at Tiffany's" (Truman Capote, 1958), donde el propio nombre de la protagonista es un juego de palabras respecto al hecho en sí mismo de viajar, entendiendo la vida como un viaje, un agradable y bonito viaje. 
Si hay algo que Holly valore por encima de todo es la honestidad. Y ésta se nos presenta a lo largo de la novela como la más elevada forma de libertad. Ser honesto con uno mismo es dejarte ser y con suerte, quizás te aproximes, a lo que quieres ser. Esto para Holly se traduce en vivir de acuerdo con tus propias normas y principios entre ellos, no pertenecer a nada ni a nadie, no ponerle nombre al gato y no tener hogar, bueno, sólo uno, Tiffany's. Sin embargo, Holly tiene un pasado, unas raíces, un lugar al que pertenece. Pero está tan atrás, ella ha cambiado tanto en su viaje a la gran ciudad que ni si quiera lleva el mismo nombre, Lulamae no le sirve en Nueva York. Pero Holly tampoco le durará para siempre. 

"Breakfast at Tiffany's" es una novela que a través de sus personajes, sobre todo de Holly, es capaz de mostrar  la complejidad del ser humano, la pertencencia y la independencia, la libertad y el renacimiento porque, ¿Acaso no es renombrarse otra forma de renacer? En definitiva, Holly es el ejemplo de la búsqueda constante, del ensayo y el error, probar, fallar y quizás alguna vez, acertar.


"Be anything but a coward, a pretender, an emotional crook, a whore: 
I'd rather have cancer than a dishonest heart. Which isn't being pious. Just practical.
Cancer may cool you, but the other's sure to" 
Holly Golightly


(Este blog no ha sido renombrado pero sí ha renacido. Bienvenidos)